
Sara pateaba la silla para llamar mi atención, ella sabía que no era necesario tal gesto porque de hecho yo tenía mi atención puesta en ella, lo que creo es que ella quería que los demás supieran que ella quería mi atención, en particular Néstor... algo se traían esos dos.
Néstor aparentaba no ver a Sara y ella arremetía con más fuerza contra la silla, cada golpe me sacudía entera, haciéndose el moviendo más obvio en mis senos que vibraban con cada embestida.
Seguimos ahí viéndonos y no, hablando con los demás y fumando hasta no sentir las piernas, Sara dejó mi silla en paz para concentrarse en lo que sentía, se despojó de la cinta que le sostenía el pelo, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.
Néstor pasaba su lengua por su labio inferior una y otra vez dando la impresión de querer comérselo. Mi amigo con el que habia ido esa noche estaba tan intoxicado que decidió hacer una visita al jardín donde uno a uno habían salido los demás para tomar un poco de aire.
¿No sabes lo que acabas de hacer? me has dejado al alcance de mis predadores, pensé. Sara quien era más intuitiva que Néstor dejó que pasarán unos minutos para aparentar darse cuenta que estábamos los tres solos, él quien es más impulsivo de inmediato se movió para quedar a unos cuantos centímetros de distancia, Sara tranquila esperaba.
Yo ¿qué podía hacer? ¿tenía acaso alguna opción? cuando no sé que hacer pues simplemente no hago nada y eso hice... nada, además mi mente no se podía concentrar en otra cosa más que en el horrendo papel tapiz que cubría las paredes de la habitación, era de un color rojo descolorido con algunos dibujos en verde.
Sara suspiró lo que hizo que su plano pecho subiera y bajara, Néstor ya tenía su mano en mi muslo muy cerca, Sara volvió a suspirar lo que hacía que la mano de Néstor se acercara en distancia. Yo sentía que no había aire que respirar, sólo humo.
Néstor movió su silla hasta quedar frente a mi, Sara a su derecha...Sara a mi izquierda... en medio de los dos, él puso su otra mano en mi pecho donde está mi corazón, Sara volvió a suspirar pausando un poco, su mano había alcanzado el territorio en medio de mis piernas la delgada tela de mi falda era lo único que nos separaba.
¿Sara, qué no vas a hacer nada? repetía en mi cabeza, Néstor abría uno a uno los botones de mi blusa, yo miraba a Sara pidiendo piedad, Sara con los ojos cerrados volvió a suspirar haciendo mucho ruido al exhalar, Néstor era suave en mi pecho y entre mis piernas, yo entristecía me dejaba caer ante la indiferencia de Sara.
Néstor confiado cerró los ojos dejó su labio para besarme mientras sus manos se ocupaban de mi cuerpo.
Sara abrió los ojos, los abrió hasta el límite, tomó un respiro que le llenó los pulmones pateó con toda su fuerza la silla de Néstor lo que lo hizo caer al suelo, Sara ¿de donde sacaste esa navaja? ella se puso de pie inmensa, Néstor ante lo repentino de la acción atinó a ponerse en posición fetal y taparse la cabeza con los brazos. Sara con toda su voz y señalándolo con el arma dijo:
¡Cómo te atreves a tocarla, ella es mía!
Néstor aparentaba no ver a Sara y ella arremetía con más fuerza contra la silla, cada golpe me sacudía entera, haciéndose el moviendo más obvio en mis senos que vibraban con cada embestida.
Seguimos ahí viéndonos y no, hablando con los demás y fumando hasta no sentir las piernas, Sara dejó mi silla en paz para concentrarse en lo que sentía, se despojó de la cinta que le sostenía el pelo, cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás.
Néstor pasaba su lengua por su labio inferior una y otra vez dando la impresión de querer comérselo. Mi amigo con el que habia ido esa noche estaba tan intoxicado que decidió hacer una visita al jardín donde uno a uno habían salido los demás para tomar un poco de aire.
¿No sabes lo que acabas de hacer? me has dejado al alcance de mis predadores, pensé. Sara quien era más intuitiva que Néstor dejó que pasarán unos minutos para aparentar darse cuenta que estábamos los tres solos, él quien es más impulsivo de inmediato se movió para quedar a unos cuantos centímetros de distancia, Sara tranquila esperaba.
Yo ¿qué podía hacer? ¿tenía acaso alguna opción? cuando no sé que hacer pues simplemente no hago nada y eso hice... nada, además mi mente no se podía concentrar en otra cosa más que en el horrendo papel tapiz que cubría las paredes de la habitación, era de un color rojo descolorido con algunos dibujos en verde.
Sara suspiró lo que hizo que su plano pecho subiera y bajara, Néstor ya tenía su mano en mi muslo muy cerca, Sara volvió a suspirar lo que hacía que la mano de Néstor se acercara en distancia. Yo sentía que no había aire que respirar, sólo humo.
Néstor movió su silla hasta quedar frente a mi, Sara a su derecha...Sara a mi izquierda... en medio de los dos, él puso su otra mano en mi pecho donde está mi corazón, Sara volvió a suspirar pausando un poco, su mano había alcanzado el territorio en medio de mis piernas la delgada tela de mi falda era lo único que nos separaba.
¿Sara, qué no vas a hacer nada? repetía en mi cabeza, Néstor abría uno a uno los botones de mi blusa, yo miraba a Sara pidiendo piedad, Sara con los ojos cerrados volvió a suspirar haciendo mucho ruido al exhalar, Néstor era suave en mi pecho y entre mis piernas, yo entristecía me dejaba caer ante la indiferencia de Sara.
Néstor confiado cerró los ojos dejó su labio para besarme mientras sus manos se ocupaban de mi cuerpo.
Sara abrió los ojos, los abrió hasta el límite, tomó un respiro que le llenó los pulmones pateó con toda su fuerza la silla de Néstor lo que lo hizo caer al suelo, Sara ¿de donde sacaste esa navaja? ella se puso de pie inmensa, Néstor ante lo repentino de la acción atinó a ponerse en posición fetal y taparse la cabeza con los brazos. Sara con toda su voz y señalándolo con el arma dijo:
¡Cómo te atreves a tocarla, ella es mía!
Fabiola
Abril 2005.
1 comment:
Hola buen escrito:D
saludos desde www.ymipollo.com
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